De Santos Domínguez

VARIOS
Santos Domínguez

(Publicados en el blog "En un bosque extranjero")

22 de Junio 2005

Para Fernando Pérez,
que cerca de la isla evocó este episodio

En esta antigua isla fenicia que los griegos
llamaron Kotenusa, abierta al berberisco
mar y a las incursiones corsarias, en el fuerte
de Sancti Petri estamos esperando la noche
para salir de España con rumbo a Gibraltar.

Hemos llegado huyendo de los lobos que aúllan,
de la marea de barro de los absolutistas,
de la mirada turbia de un tirano,
de los cien mil franceses

Retumban a lo lejos las llamaradas sordas
de los viejos cañones de la isla del León.
Se ha cerrado la tarde y es otoño en la isla.

Las gaviotas rasean su vuelo indiferente
y el mar brama en las rocas como una bestia azul.

Es otoño en la patria liberal y en la vida.

Otra vez el exilio, y ahora para morir

 

26 agosto 2005 

Para Fernando Pérez, in memoriam 

"desde el umbral de un sueño me llamaron"
(Antonio Machado)

Venía a despedirse en la almendra de un sueño:
lo decía con un gesto de su mano en silencio.

Ya sabía que el viaje había comenzado,
que el barquero apremiaba desde su nave en sombras.

Parecía más joven, parecía serena
su sonrisa amistosa. Su expresión desolada
ya no sé si era suya o de quien le miraba.

Esa tarde llamaron para anunciar su muerte.


14- de Septiembre

La cita de Leopardi me trae a la memoria ese último artículo de Fernando Pérez, “Académicos de Argamasilla”, que para sus amigos –y hasta para sus enemigos, que los tuvo y despliegan ahora su bien conocida hipocresía- ha quedado como una especie de declaración de últimas voluntades.

Me conmovió mucho en ese texto, dolorido y comedido en su crítica, la alusión a Leopardi y al pájaro solitario. Yo conocía la gravedad de su estado y ví en esa referencia una levísima expansión sentimental, una tristeza que hermanaba en la enfermedad y en el dolor a Fernando Pérez con el poeta de Recanati, aquella criatura de sensibilidad e inteligencia afinadas en la biblioteca familiar y en el paisaje, templadas en las limitaciones y las miserias del cuerpo.

 

28 de Septiembre 

La ilustración pasa en berlina 

Traído por las manos que mejor podían traerlo, tan viudas ahora, tan amigas siempre, me llega el catálogo de la exposición Extremadura en sus páginas. Del papel a la web.

No es este el lugar ni el momento de la reseña de una publicación tan brillante y tan cuidada en todos los sentidos.

Como es natural, lo abro por la segunda parte, de la que se responsabilizó Fernando Pérez, para encontrarme en primer lugar con un epígrafe llamativo y evocador, La ilustración pasa en berlina, que me recuerda al escritor que pudo haber sido.

De ahí en adelante, a través de esas páginas, tengo la viva sensación, seguramente compartida por muchos de sus amigos, de que quien toca este libro toca a un hombre, como quería Whitman, aquel viejo hermoso con la barba llena de mariposas.

Toca, aquí, a su recuerdo, a su viva ausencia. 

De una oscura manera revive cada mañana cuando levanto la vista en clase y veo sus ojos en el rostro de su hijo.