Tres filósofos en el cajón

  • Año 1991

Nota del autor

Este libro nace de dos solicitudes coincidentes: una escribir un ensayo para La Centena y otra pronunciar una charla sobre filosofía en Extremadura a los alumnos del Instituto de Guareña. Dos amigos benévolos me instaron a vaciar el cajetín de mis apuntamientos sobre extremeños heterodoxos, intempestivos y malfamados. Pero lo malo es que el tiempo y la perseverancia han acrecentado esta colección de notas que hoy constituye un montón nada despreciable de papeletas de lectura. ¿Cómo entonces seleccionar entre tantas resmas de materia curiosa y peregrina, la veintena de folios que vienen a formar - unos con otros- el cuerpo de esos graciosos cuadernillos de «bibliofilia popular» que componen La Centena? Similar dilema se me planteó con la conferencia. ¿Podía hablar yo de asunto semejante a unos bachilleres, sin aumentar en demasía el habitual taedium discentis que les aqueja?.

Primero pensé componer una galería selecta de pensadores heterodoxos, empezando por Arias Montano -en su faceta de sospechoso de herejía y criptojudaísmo- y terminando por los krausistas Urbano González Serrano, Tomás Romero de Castilla, el teósofo Roso de Luna o el cismático cura Mora. Todos estos extremeños figuran, si mal no recuerdo, en esa monumental «caza de brujas» que es la Historia de los heterodoxos españoles, de don Marcelino Menéndez Pelayo. Sin embargo, desde que el polígrafo montañés celebrara aquel postrer «autillo de fe» y enviara a todos ellos a la hoguera, mucho ha llovido sobre las cenizas. Los más de ellos son hoy honra común y patrimonio extremeño, cuyo legado acrecientan y custodian celosamente otros tantos eruditos de la región. Me lo pensé mejor. Puestos a escoger -me dije- espiguemos allá donde crece el olvido. 

Y miren por donde encontré a tres filósofos -o cuasi filósofos- extremeños, terreno virgen al cual podemos acercamos sin estorbar a los investigadores consagrados. Poco tienen en común estos tres filósofos como no sea el estigma del olvido, o la común procedencia de su hallazgo..., quiero decir, que a los tres los encontré en el mismo cajón: en ese revuelto cajón de sastre que es la Novela, según la célebre y afortunada definición de Pío Baroja. 

Hora va siendo ya, pues, de que los presente; llámanse José Álvarez Guerra, José Segundo Flórez y Ventura de los Reyes Prósper*.

* El primero de éstos se proyecta en la ficción poética de los apócrifos machadianos, el segundo sirve de modelo a un personaje de Baroja, y el tercero a otro del novelista Félix Urabayen.